En las culturas mediterráneas simboliza el espíritu de Dios, el sufrimiento expiatorio, la pureza, la señal de Dios, la maternidad, la calma después del diluvio y la paz. Relacionada con la muerte, significa la permanencia del espíritu después de la vida física, el retorno del alma a los reinos celestiales. Antes de que la cruz ganara prominencia en el siglo IV, una paloma o un pez eran los símbolos utilizados por los primeros cristianos para identificarse a si mismos y continúa siendo signo de fidelidad y afecto entre los seres humanos.