La semilla es el símbolo de las fuerzas latentes, no manifestadas, de la esperanza y la abundancia. El grano de trigo, como el ser humano, parecen destinados a germinar en un oscuro fondo para abrir con su esfuerzo en la vida el camino hacia la luz. En la teología cristiana, a imagen de Cristo, cuando la antigua envoltura de la semilla se rompe desde dentro -simbólicamente una muerte-, ésta representa una nueva vida, la resurrección.